lunes, 30 de enero de 2017

Yiya Matraquilla

Casi nos dio un patatún. La operación debía durar prácticamente nada. Más nos demoraría el trayecto que, por cierto, de la casa hasta allí anduvimos menos de diez minutos, pero habíamos salido con el pie izquierdo porque aquella mañana nos tocó la mala.

Frescas como una lechuga llegamos a la ventanilla de información de la clínica estomatológica Centro, por el papelito para urgencias, como el doctor indicó la semana anterior.

--No hay agua. No estamos prestando servicios. Vaya a Pino Tres a ver…
Aquello nos cayó como una bala. Figúrese, no estábamos por un antojo. Mami tenía dos puntos por retirar de la encía.

Para la “sequía” afirmada, el salón de espera no lucía desierto, y personal de la clínica andaba casi como un día normal. Sin embargo, las dos mujeres siguieron rotundas, con cara de que lo nuestro no era su maletín.